A todas aquellas personas que, por un corazón ajeno, han sacrificado su propio corazón y que, sin reproches, lo harían cuantas veces fuera necesario.
A Stefany, por ser una nueva compañía en mi vida y por quien, por su infinita curiosidad e interés, fui capaz de terminar ésta obra.
Pero especialmente a Catherine, pues fue su historia, que quedará escrita en los infinitos libros del Destino, la que me inspiró en escribir éste relato sobre un amor cortés. ¡Gracias!
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